jueves, 9 de enero de 2014

La Descripción.

La descripción.

Describir es explicar, de manera detallada y ordenada, cómo son las personas, los lugares, los objetos y sentimientos. La descripción sirve sobre todo para ambientar la acción y crear una atmósfera que haga más creíbles los hechos que se narran. Muchas veces, las descripciones contribuyen a detener la acción y preparar el escenario de los hechos que siguen.

Según la intención del emisor, la descripción puede ser:
DESCRIPCIÓN OBJETIVAsu finalidad es describir la realidad tal como se le presenta. Es decir, no abunda en la utilización de recursos literarios, sino que se limita a la descripción rigurosa y precisa de lo que ve.
DESCRIPCIÓN SUBJETIVA: es aquella en donde predominan las valoraciones personales de quien la realiza. Su intención no es reflejar la realidad tal como es, sino expresarla desde su punto de vista. En ésta, las metáforas, comparaciones y demás recursos estilísticos cobran importancia.
La descripción se divide, según la persona o el objeto que se describe:

  • Prosopografía: Es la que describe los rasgos y características físicas de una persona.
  • Etopeya: Es la que describe los rasgos morales y psicológicos de una persona.
  • Retrato: Es cuando se combinan la prosopografía y la etopeya.
  • Autorretrato: Es cuando la misma persona realiza su retrato (se describe a si misma).
  • Caricatura: Es cuando se exageran o ironizan los rasgos físicos o morales de una persona.
  • Paralelo: comparación de dos personajes reales o inventados
  • Laudatoria: expone una visión idealizada de la persona, alaba sus características.


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Ahora es tu turno, intenta averiguar que tipo de descripción se hace en este fragmento de La Celestina.

Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las madejas de oro delgado que hilan en Arabia? Más lindos son, y no resplandecen menos. Son tan largos que le llegan hasta sus pies; después, trenzados y atados con la delgada cuerda, como ella se los pone, que no hace más para convertir los hombres en piedras. [...]
Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alzadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labios, colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondez y forma de las pequeños senos, ¿quién te la podría figurar?, que se despereza el hombre cuando las mira. La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo oscurece la nieve, la color mezclada, cual ella la escogió para sí. [...]
Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las uñas en ellos largas y coloradas, que parecen rubíes entre perlas.
Fernando de Rojas, La Celestina

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